jueves, 23 de abril de 2009

Star Parawars

"Luke, I´m your father" (Darth Lugo)

lunes, 20 de abril de 2009

Si no fuiste

- No te preocupes, no es grave. Pareciera que es una faringitis, pero tampoco es para alarmarse. Tenés unas placas rojas en la garganta, pero si tomás esto se te va a ir en unos días... –le dijo Raúl a Carlos mientras le escribía el nombre de un antibiótico en un recetario.
- ¿Placas rojas? Entonces tengo una enfermedad Crónica... –le respondió Carlos lo más jocosamente que la tos le permitió.
Raúl asintió con una sonrisa para no dispersarse y tener que repetir la receta mientras le preguntaba para mantenerlo distraído: ¿Así que fuiste a Córdoba? ¿A qué parte?
- Río Cuarto...
- ¿Río Cuarto? Qué raro que vos siendo humorista no hayas ido a Río Quinto.
- No, a Río Quinto no fui... ¿por?
- Supongo que como ese es el último, es el que ríe mejor.
Carlos volvió a reír entre tosidos. Raúl retomó fingiendo arrepentimiento por el chiste y rio con él: Disculpame, che, no quiero quitarte el laburo... ¿Y al laberinto de los Cocos? Decime que sí, porque si no fuiste al laberinto de los Cocos, entonces no estuviste en Córdoba...
- No, no tuve tiempo. Supongo que no faltará oportunidad.-respondió Carlos.
Entonces Raúl levantó la cabeza, se acomodó el marco de los anteojos calzándolos firmemente sobre su nariz, y posó su mirada abyecta sobre su amigo. No era que no le gustaba lo que le había dicho Carlos, sino que en varios cuentos había leído la frase “posó su mirada abyecta” y quería saber qué se sentía.
- ¿Sabés qué pasa? –siguió Carlos. No fui de joda, tenía que firmar unos papeles de una herencia de una tía mía que falleció, y estaba con el tiempo un poco jugado.
- Y sí, el tiempo es tirano...
- Tirano e implacable... –agregó Carlos.
- Por eso nunca tiene faringitis... –retrucó Raúl, que quiso entretener a su amigo, quien parecía sentirse bastante mal a juzgar por su cara y las líneas de temperatura que le coloreaban las mejillas.
Carlos volvió a reír como pudo, aún a riesgo de vomitar sobre el amigo. Hizo una pausa, se aclaró la voz y retomó el hilo de la conversación mientras se señalaba la garganta: ¿Creés que esto se me va a ir pronto?
- Si en dos o tres o cuatro días no mejora, entonces vamos a tener que hacerte una biopsia para descartar una patología más severa.
- ¿Puede empeorar? Me duele hasta el orto, Raúl, no jodas... –exageró Carlos.
- ¿Te duele hasta el orto? No me digas que las placas se te extendieron por todo el tracto digestivo... Entonces lo que tenés no es laringitis, sino hemorroides. Bajate los pantalones así te reviso para ver si tenés placas... –dijo Carlos mientras amagaba con meterle el palito de helado en el culo.
- No, dejá, dejá... ya me estoy sintiendo mejor. –se apuró Carlos a decir para desalentar a Raúl. –Aparte... prefiero tener hemorroides antes de que me metas ese palito.
- Paraaaá... No te vengas a hacer el macho, ahora... ¿O acaso vos no te masturbás?
- Sí, bueno... ¿pero eso qué tiene que ver?
- Que masturbarse es de puto.
Carlos lo miró sorprendido. Raúl prosiguió con su teoría:
- Cuando te cascás estás sacudiendo una papirola... ¿o no?
- ¡Pero es la mía! ¡Estoy tocando una parte de mi propio cuerpo!
- Sí, claro... empezás justificando el tocártela y un día te va a parecer natural meterte un repuesto de carga de sifón Drago en el orto... total es tu propio culo.
- Me parece que no es lo mismo... –respondió Carlos poniéndose ya más serio.
- Escuchame una cosa, Carlitos... si pudieras chupártela como hacen los perros, ¿lo harías? No importa lo que me contestes, ya sé que la respuesta es sí. ¿Por qué? ¡Porque sos flor de lustracaños! ¡Asumilo! ¡No importa a nombre de quién esté la papirola! ¿O nunca te pusiste a pensar por qué hay más contorsionistas mujeres que hombres? ¿Te creés que es casualidad que en las películas porno “normales” muchas veces haya minas que se sacuden entre ellas y nunca pasa que hay dos chabones peteándose o matándose el ganso solidaria y recíprocamente? Seguro que vos suscribís a la frase esa que dice que "macho es el que la probó y no le gustó"...
Carlos lo escuchaba atentamente pero, aunque sabía que no tenía razón, tampoco tenía un argumento sólido para rebatirlo. Raúl, aprovechando el silencio que evidenciaba la duda arremetió para dar la estocada final:
- Sí, Carlos, hay muchos más putos de lo que uno piensa... ¿A vos te gustan Los Redonditos de Ricota?
- No seas pelotudo, Raúl... no me vas a venir a hacer ese análisis lacaniano literal y barato de que si a mi me gustan soy puto porque la ricota simboliza...
- No, salame... -lo interrumpió Raúl. ¿Alguna vez fuiste a un recital de los Redondos? Contestame “sí” o “no”...
- Sí.
- ¿Y escuchaste que la gente cantaba “Ó le, lé... Ó la lá... Cerati se la come, el Indio se la da...”?
- Sí.
- Entonces los propios fanáticos del Indio están proclamando su orgullo gay... Disculpame que te diga, pero en mi barrio a un tipo que se coge a otro tipo le dicen puto... No tengas miedo, man. Si vos decidís salir del placard, yo te banco, ¿eh?
- Mirá, Raúl... todo bien con tus argumentos, pero yo estoy muy seguro de mi sexualidad. No te voy a negar que de adolescentes todos podemos llegar a tener algún que otro conflicto, pero eso es normal. No soy puto porque me masturbe ni porque me gusten los Redondos ni los Pet Shop Boys. No me voy a hacer cargo de tus sofismas. Te agradezco mucho el diagnóstico y la receta, pero me parece que tanto ensañamiento y obsesión con la homosexualidad es medio sospechoso y me da que pensar. Pero todo bien. Seguí con la tuya, que yo me voy a la farmacia a comprar el antibiótico a ver si me saco de encima esta faringitis de una puta vez.
Carlos cerró la puerta y ganó la calle. Raúl se quedó pensando si no se había excedido con su amigo mientras se dirigía al baño aflojándose el cinturón con una mano y tomando del revistero con la otra un viejo número de la Rolling Stone.